1-Un Pequeño Carro

Algunos integrantes del Grupo de Visita: Tinta Nteee!

Segunda Visita

Nuestra segunda visita como Doctores de la Risa se acercaba. El punto de reunión sería, de nuevo, en Burger King en Ciudad San Cristóbal, por cuestiones de fuerza mayor me encontraba en la zona 7 con mi hermano y la Dra. Chuvis; eran las 12 del medio día y debíamos regresar lo más pronto posible ya que a las 12:30 nuestro grupo de visita debía estar listo para partir.

Caminamos 7 cuadras hacia el Trébol y luego un par más para llegar al Transmetro, por suerte la Dra. Chuvis llevaba una moneda extra ya que no había tiempo para retrasos y mi estimado no tenía sencillo. En el transcurso de nuestra apurada caminata el cielo no tardó en entrar en llanto.

Luego de una espera prolongada para tomar el Transmetro el viaje comienza, suerte tuvimos de haber tomado esta ruta libre para llegar a nuestro destino, pues la lluvia hace que en la ciudad el tráfico se congestione. Íbamos hacia la parada, nombrada por los usuarios, “Pacific” y luego de haber llegado debíamos tomar una decisión; sería entre el bus, taxi, ruletero o extraurbano, para por fin llegar a nuestro punto de reunión. Por la mera desesperación de mi hermano menor tomamos el ruletero. Qué bien nos resultó esta decisión ya que más de alguna sonrisa se asomo a nuestros rostros cuando recordábamos como jugábamos de niños y las ansias de todo lo que se nos avecinaba se fueron reduciendo por parte de la Dra. Chuvis.


Burger estaba al lado opuesto de la calle, mi hermano había seguido el camino a casa y a mi mente se vinieron varios pensamientos cuando la Dra. Pandizu llamó para saber cómo nos iba hasta el momento; ella no iba a poder asistir por malestar. Varios doctores no iban a poder presentarse a la Vista por enfermedad y estaba un poco nervioso al respecto.

Cuando por fin llegamos a Burger cualquier otro pensamiento se borró de mi mente y rápidamente reconocí a esas caras que en tan poco tiempo representan tanto para uno: Dr. Mc Flurry, Dr. Miele, Dr. Grifo, Dra. Pepino, Dra. Gola Gola, Dra. Uchy y Dr. Extremo. Una semana sin verlos y tanta la espera por el ansiado sábado. Por primera vez en el día me percaté de lo grandioso que iba a estar la visita. Un instante después debí retornar a la realidad y compré dos econo-combos para irnos comiendo, junto a la Dra. Chuvis, en el camino y dispensar el retraso de nuestra parte.

Un carro y nueve personas; Dra. Chuvis y Gola Gola en el asiento del copiloto, Dr. Mac Flurry, Extremo, Miele y yo en el asiento trasero y la Dra. Pepino y Uchy sobre nosotros, manejando iba el Dr. Grifo. Un pequeño carro que llevaba tanto amor para regalar.

En el kilómetro 30 se encuentra nuestro nuevo destino y muy contentos vamos en el carro bajo la lluvia. Para variar un poco la Dra. Pepino iba realizando diversos comentarios que  nos producen gracia y la pasamos de lo mejor. Pero esto estaba empezando y en un abrir y cerrar de ojos ya nos encontrábamos en el Hospicio San José.

¡Bata Nariz! Todos se preparaban… ¡Bata Nariz!... en el fondo escucho la canción de Los Aterciopelados, Ataque de Risa, que el Doc. Mc Flurry tenía en su celular y que representa nuestra filosofía. Palabras de último momento de parte de los con más experiencia; Dr. Grifo nos alienta a dar lo máximo, a cuidar nuestras narices y a divertirnos; Dra. Chuvis nos recuerda los detalles que habíamos quedado en arreglar y realizamos el grito que nos representa como Sonriseros: ¡Hoop!

Jugué a ser un gusano que picaba a los niños y los convertía en gusanos. Fui una salchicha quemada. También fui Bárbara mientras a los niños se les iban acabando las ideas de apodos. Jugué policías y ladrones, fui un ladrón-policía. Ayudé a una niña que quería dar sesenta y diez vueltas alrededor de un bordillo sin caerse. Fui testigo del salto más largo nunca antes realizado por una niña de cinco años, mientras saltaba una silla de un solo salto y sin caerse. Un niño me entretuvo veinte minutos jugando más de cinco juegos diferentes con un globo verde. Convertí a todos los niños en pepinos. Vi los actos de magia más impresionantes realizados por la Dra. Pepino, convirtiendo un dedo en dos dedos; pero los niños listos pudieron resolver como es que realizaba tal acto de magia. Fui un robot que movilizaba a los niños a donde quisieran. Vi a un niño comerse un pepino hecho de globo. Le hice cosquillas a una niña hasta que termino en el suelo. Canté, bailé y grité al mismo tiempo. Di más de 20 abrazos. Hice sonreír a un bebe.

Fueron dos horas y llegó la hora de marcharse. Antes de retornar a la ciudad debíamos realizar la retroalimentación y de paso terminamos poniéndole nombre a nuestro grupo de visita: Tinta Neee!...

Estos niños llenaron mi corazón para la semana. Por dos horas el mundo era tan pequeño como la mano de un niño que te toma con tanta fuerza como puede, te ve y te da un abrazo. Tal vez sea yo quién los va a visitar, pero son ellos quienes me enseñan a mí. Puede que les digan enfermos, pero yo sé que si están enfermos, solo puede ser una enfermedad; están enfermos de tantas ganas de vivir.